JORGE FALCONE


Hacia una lírica de emergencia

Ponencia para "Segundas Jornadas de Arte Público Latinoamericano - Buenos Aires- 2004" celebradas en Gráfica Chilavert Recuperada, del 12 al 16 de octubre.
"El gran poeta de la revolución es el pueblo"
Francisco Urondo

Albores del Siglo XXI: Composición de lugar

En su "Divina Comedia" el Dante comenzaba diciendo "En medio del camino de la vida, me descubrí perdido en selva oscura...". No es mal comienzo para que un sobreviviente de la dura experiencia de los años setenta intente un alto en su itinerario de modesto trabajador de la cultura, de productor de bienes culturales, y revise en voz alta en qué consiste -por ejemplo- la literatura que propone. En una bisagra de la historia que exhibe desde el espejo retrovisor la caducidad de las dos grandes identidades nacionales desde las que el pueblo argentino viniera peleando por un destino mejor -yrigoyenismo y peronismo-, y desde el parabrisa un mundo multipolar en reacomodamiento, con una potencia hegemónica belicista capaz de poner en riesgo el futuro de la especie, enfrentada a países periféricos que -más allá de la auspiciosa e incipiente instancia del Foro Social Mundial de Porto Alegre- no han logrado coaligar aún sus intereses como en aquel escenario de la no-alineación, vengo dirigiendo mi trabajo literario prioritariamente hacia las nuevas generaciones, víctimas preferenciales de un largo y esmerado proceso de vaciamiento de conciencias. En ese camino he resuelto no autocensurarme, cualquiera sean las consecuencias que me toque afrontar. Esto no sólo implica un gesto elemental de honestidad intelectual, sino asumir públicamente la cuota-parte de responsabilidad que me cabe como protagonista de los hechos que narro. Por eso no me cuido de explicitar mi pertenencia al tronco ideológico nacional, popular, y revolucionario alimentado desde el fondo de la historia por las grandes mayorías , aunque ese legado estorbe. Nombro frecuentemente a la oligarquía porque esa clase social parasitaria y retrógrada no admite eufemismos que encubran su culpabilidad histórica respecto al estado de postración que hoy padecemos. Y también me permito ironizar a menudo sobre la gobernabilidad vigente, porque sostengo que nuestro deber de argentinos es transformar la Colonia en Nación, y no darle una mano más de pintura.
La poesía es inherente a la naturaleza de los pueblos

En repetidas ocasiones se ha polemizado acerca del patrimonio de la "inspiración creadora", como si esta pudiera aflorar mágicamente entre pocos y negarse sistemáticamente a otros muchos. En lo que a poética se refiere, yo parto de la base de que el nuestro es un pueblo que canta. A su modo en el interior, a su modo en la gran urbe, pero el nuestro es un pueblo que tiene por costumbre -como tantos otros- cantarle a su desdicha y su alborozo. Se ve en las canchas, en las peregrinaciones religiosas y, obviamente, en las concentraciones políticas. Y es un pueblo con mucha inventiva. Lógicamente, yo emito este juicio desde una latitud determinada (pese a que he recorrido casi toda la extensión de nuestra geografía). Nací a hora y media del Puerto de Buenos Aires y tengo, por ende, una cosmovisión provincial y ciudadana. Por eso mismo creo que planto un pié sobre José Hernández y otro sobre el Grupo de Boedo. Bonaerense al fin, esas son mis referencias principales. Y es desde ese enclave que constato a diario lo que afirmaba anteriormente: La enorme capacidad de nuestro pueblo para sublimar su realidad cotidiana. Viajaba recientemente en un taxi bajo el cielo gris plomizo de la capital, filosofando con el chofer acerca de las coincidencias del rigor climático y el de la actualidad socioeconómica, cuando el hombre, después de guardar un reflexivo silencio, se volvió hacia mí espetando: "Lo único que nos falta es que la primavera se rechifle y también los largue en baranda". Si lo traigo a colación es para que recapaciten los desprevenidos que suponían que en ese diálogo el poeta era yo.
El poeta como ladrón de la imaginería popular
En todo caso, la habilidad de quien ha elegido una poesía referencial como su medio de expresión será la de percibir y capturar los datos de aquella esencialidad que -según el autor de "El Principito"- sería invisible a los ojos; lo que a mi leal saber y entender, y como tantas otras cosas, se logra a fuerza de observación y trabajo. Y, lógicamente, asumiendo a la vez un compromiso afectivo con la tarea que se desea acometer. Referiré brevemente un par de ejemplos de mi cosecha a fin de aclarar lo que expongo. El primer caso vinculado a la retransmisión oral y el segundo a la vivencia directa. Mi poema titulado "Composición: La Vaca" surgió casualmente ante la sórdida descripción de un hecho acaecido en un barrio muy pobre de la Provincia de Buenos Aires durante los saqueos de 1989, el cual me fue referido con particular elocuencia por un testigo directo. El impacto emocional que me produjo la anécdota, consistente en el descuartizamiento de un animal vivo a manos de la población famélica, fue en mi tan poderoso que me indujo a contrastar violentamente la escena con aquellas ingenuas composiciones literarias que nos eran reclamadas desde una escuela primaria remota e irreal. Si tiene algún valor comunicativo, seguramente nace de semejante contraste. En él coloqué mi condimento autoral:

Composición: La vaca

Señorita "Chispa" Migues,
Maestra de mi primer grado:
He tratado, desde aquellos días,
de ser como soñaba usted.
Hoy confieso,
Segunda Madre,
Que no me fue del todo bien.
Los vigilantes no se dedican,
como en las lecturas de "Agüita Clara",
a cruzar la calle a las viejecitas.
Los abuelos ya no comparten
ni las faldas ni los cuentos
sino la desesperación.
Ya no canta como entonces
"El sapito Glo Glo Glo".
Y he sabido que Sarmiento,
maestra,
no sólo no faltaba nunca a clase
sino que -de grande-
se dedicó a regar la pampa
con la sangre del criollaje.
He buscado, no obstante,
como se ve,
mantener mi letra pareja,
no comerme los mocos,
y aprender de los mayores
(Solo obtuve -de ese modo-
historias de inconclusas gestas).
De tanto en tanto
He intentado,
Como lo hacia en su clase,
Plasmar imágenes sobre un papel.
No hay caso:
Me llevo mal con la belleza impuesta.
Pruebo...
"Composición: La vaca"
Y no acude en mi auxilio
La estampa bucólica
de los caramelos "Cremalín",
sino la bestia desaforada
que empujaron a la villa
en los días del saqueo,
y pinto literariamente un festín dantesco
de harapos, sangre y bufidos:
"Clava su cornamenta en el polvo
y la busca,
cual plaga de langostas,
un enjambre de cuchillos.
Muge brutalmente y se tumba.
Se yergue y huye torpemente
cayendo sin tregua sobre el costado
en donde hasta hace poco
la sustentaba una pata.
Tose muerte y se estrella
contra el alambrado.
Después,
viejos, mujeres, y niños...
Gente con hambre que danza
en derredor sin que entienda.
Y se la lleva
de a partes".
Lo sé,
maestra de mi primer grado,
nunca volverá usted
a ponerme MUY BIEN DIEZ.-

En el otro caso -el poema "Roja flor en mano negra"-, sucedió que quedé prendado, durante una conmemoración de la gesta de Malvinas llevada a cabo en mi ciudad natal, del detalle producido por el contrapunto entre una humilde mano morena portando una flor y el fondo solemne de una placa de bronce. Ese fue el disparador que me permitió luego desarrollar el poema: El austero homenaje de nuestro pueblo y la grandilocuencia ceremonial de los poderosos. La sencillez y la gloria impostada:


Roja flor en mano negra

Segundo día de abril,
uniforme aceitunado
galardonado en sangre y barro,
roja flor en mano negra,
piel y bronce y atrás
¿qué, compadre?, ¡¿Qué?!
Atrás,
pero muy atrás,
el frío glacial.
Y unas islas que, a veces,
ni figuran en el planisferio,
y una sonrisa joven
atrincherada,
y acostumbrada a ver la guerra por TV.
Y una ciudad remota,
plagada de oficinistas,
adonde no llegan más esquirlas
que las de una malversada información.
Y unos pocos voluntarios,
y unos muchos incrédulos,
y el show de las recaudaciones que se evaporan,
y la Primer Ministro gruñendo
desde los kioskos,
y los aviones clavándose
desde el cielo
como gaviotas que descubren
que el pez buscado es ballena.
"¿Qué mierda valen esas piedras?";
se preguntó un argentino.
Y otro cayó, al mismo tiempo,
degollado por los gurkhas
a distancia sideral
del último long play de Sui Generis.
Hablo de ustedes, cumpitas,
y las metáforas no acuden...
Los tengo que nombrar sin vuelta
porque el poema no alcanza para decirlos:
Mazorqueritos del Atlántico Sur,
Riveritos de tierra adentro,
cada criollo de buena madre
lleva sus sueños de escarapela.
Como escribiera un sargento
caído en aquellas nieves:
"La rendición no cabe en mi vida.
Después de muerto, hablaremos".
Roja flor les deja
-año tras año-
una mano negra.
Manito de la memoria:
Atrás tuyo
¿qué se esconde?
Un pueblo sobreviviente,
una casita de chapas,
una estampa de Ceferino,
un calentador Bram Metal,
un pibe y un perro jugando
a compartir la misma sarna;
aquí no se habla de Patria.
Solamente
se trabaja y se muere.
Y se sale, de vez en cuando,
sin despedirse siquiera,
la vista puesta en el sur de las cosas
(a sabiendas de que el norte usurpa)
para volver acaso
arrastrando del cabello a la esperanza
o -en su defecto-
en algún lugar ignoto
clavar para siempre la guampa.-

Es aquí donde tomo partido por una épica de lo cotidiano. De esta manera entiendo yo que -al igual que otros artistas- el poeta es un cazador de imágenes al acecho.


Verdad histórica e imaginario colectivo

En su novela póstuma, "Megafón o la guerra", el gigantesco Leopoldo Marechal hablaba de una "batalla terrestre" y una "batalla celeste". Allí se pueden sondear las claves del inestable equilibrio entre lo entendido como "histórico" en tanto "hecho real", y aquello que se nutre de la imaginación colectiva, abrevando siempre en lo anterior. Yo elijo producir mi trabajo poético haciendo pié en un punto intermedio entre ambos polos de esta aparente contradicción (si digo "aparente" es porque entiendo que hablamos de fenómenos complementarios e interdependientes). Opto por una verdad histórica en tanto creo que sin pasado no hay futuro. Y cultivo una fantasía que se nutre en nuestra gente porque es ella quien demuestra , desde tiempo inmemorial, que sin sueños y sin magia no se puede afrontar el rigor de esta lucha desigual por la dignidad humana, ni acometer las grandes empresas pendientes. Un par de ejemplos sencillos en relación a lo dicho: Durante el mediodía del 25 de mayo de 1980 fue interceptado el ómnibus en que yo viajaba desde Brasil hacia la Capital Federal de nuestro país, para reinsertarme clandestinamente en la resistencia popular contra la dictadura. En dicha ocasión y durante un interminable lapso de tiempo, un Grupo de Tareas puso en tela de juicio la legitimidad de los documentos que yo portaba. Como un relámpago me cruzó la idea de hacer referencia a un matrimonio mayor que había conocido en la frontera. Advirtiendo la situación y sin previo aviso, el hombre de aquella inolvidable pareja, obrero ferroviario cesanteado por el régimen, reaccionó de inmediato en mi favor presentándose como un tío y sorteando el riesgoso entredicho. En concreto, me salvó la vida. Este es uno de los tantos hechos reales que me siento compelido a rescatar. A mi me deja una moraleja simple: El pueblo trabajador no permaneció impasible frente al horror de la tiranía oligárquica. Y ESTO DEBE SABERSE. En otro plano, a mediados de la década del 80 me tocó asistir a una fiesta realizada en una villa de emergencia de las afueras de mi ciudad natal donde años atrás se filmara parte de la película "La noche de los lápices", referida a una conocida gesta de estudiantes secundarios sumamente respetados en la región. La desaparición de mi hermana en dicho episodio me vincula con el tema aludido desde el dolor y el orgullo. En tales circunstancias, e identificándome como familiar directo de una de las víctimas, un grupo de niños que participase de la reconstrucción cinematográfica de una jornada solidaria de alfabetización me "informó" , en inconsciente alusión a la actriz protagonista del filme, que ellos habían tenido la suerte de conocer personalmente a mi hermana cuando estuvo por allí, días antes, enseñándoles a leer. Está de más expresar que, ante la convicción con que hablaban esos pibes, mi emoción fue tal que ni siquiera intenté rectificar su versión: María Claudia Falcone estaba viva para ellos. Y, en aquel instante, en su imaginario esto era cierto. Acaso fue la forma que encontraron para insertarse -en alguna medida- en unja historia que no vivieron. Esa será su historia -tan válida como la "real"-, al menos hasta que crezcan. Y ningún racionalismo positivista tiene derecho a arrebatársela.

Rescatar a la poesía de su prisión libresca

No agrega nada nuevo describir el quebranto de nuestra industria editorial o el desembarco de los "tanques" extranjeros en dicho rubro. Tampoco resulta original afirmar que una economía de subsistencia ha llevado a que, merced a las urgencias de la vida cotidiana, el hábito de la lectura desaparezca de la mayoría de los hogares argentinos. Ni qué hablar en la franja juvenil a que aludí como destinataria preferencial de mi producción. Esta situación, sumada a la irrupción masiva de las nuevas tecnologías, que facilitan el acceso a la información por nuevas vías, de asimilación aparentemente menos exigente que la lectura, va cerrando aceleradamente el ciclo que Mc Luhan definiera como "Galaxia Gutemberg". Siguiendo este razonamiento, la suerte del libro -tal y como lo conocimos durante el siglo pasado- estaría echada. Ya circulan entre nosotros las obras completas de Shakespeare contenidas en soportes digitales que irán siendo gradualmente cada vez más miniaturizados. De modo que, de ahora en más bien podría creerse que escribir un libro será sentar un arcaico precedente de que se ha existido. Pero la poesía, nacida en asociación estrecha con la música, no es un género literario que se haya ceñido siempre a dicho envase. Sin ir más lejos, desde épocas remotas, juglares y trovadores la pasearon por los puntos más inimaginables del globo contagiándola a voz en cuello. Hoy se percibe en los foros encargados de cultivarla una revalorización de la oralidad. No pocos beneficios le ha proporcionado la canción. Lo dice quien conoció a Machado en la voz de Serrat y a Martí en la de Milanés. A esta altura puedo afirmar con enorme satisfacción que la mía es una poesía en circulación y uso permanente: En el aula, en la FM comunitaria, en el cancionero popular, en Internet. Entiendo pues que se impone adaptarnos a los tiempos que corren e imaginar con audacia nuevas formas de difusión esencialmente masivas.

Conclusión

Desde Concolocorvo hasta Eduardo Galeano existe un vasto territorio de la escritura no reclamado por la crónica periodística ni el ensayo literario. Si el testimonio directo es tan intrínseco al documental como la metáfora lo es a la poesía, en ese cruce de caminos nace la mía. Toda poesía que se proponga militar en el cambio devendrá, en los tiempos que corren, lírica de emergencia. Así lo entendió Benedetti cuando arreciaba la represión en su Patria y publicó el poemario "Letras de emergencia". Lo propio haría Silvio Rodríguez cuando la inminente Revolución Popular Sandinista se vió amenazada por una posible invasión de marines norteamericanos, y editó mundialmente su célebre disco "Canciones urgentes". Mi humilde contribución se propone, desde la Cooperativa Sur, nacida en 1988 con el lema "Trabajadores de la cultura por la cultura del trabajo" en aquella CGT liderada por Saúl Ubaldini; hasta mi actual labor conjunta con el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas, retomar la senda trazada por artistas comprometidos con la lucha de los trabajadores y el pueblo, como aquel Ricardo Carpani que definiera la gráfica inolvidable de la CGT de los Argentinos. Mucho me he cuestionado acerca de si lo que escribo es realmente poesía, o merece otra definición, como la de prosa poética, o -lisa y llanamente- texto poético. Y muchas han sido las impugnaciones recibidas por haber rescatado vocablos del habla popular carentes de tradición poética. De hecho, para la mayoría de los cenáculos en que la poesía se eleva hacia el Parnaso de unos pocos, nada tengo que ver con ellos. En octubre de 1990 -no obstante- recibí una carta de mi gran amigo, el difunto poeta Alberto Vanasco, que sostenía al respecto: "No puedo decirte si tus textos tienen algo que ver directamente con la poesía, pero estoy seguro que la poesía del futuro irá por esos mismos carriles". Por ahora me basta con eso.-

JORGE FALCONE
Octubre 2004
 

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Mi foto
Docente , muralista y productor de arte público por elección y Trabajador de la Cultura por convicción. Investigador aficionado de la intervención artística en espacios públicos. es autor de proyectos donde interviene la educación y la actitud del artista en su medio social, sobre la base del pensamiento de Rodolfo Kusch. Conformó el grupo Murosur de 1989 al 2006. Actualmente es docente titular y co- fundador del Taller de Muralismo y Arte Público desde 1991 ; y Coordinador del área de Arte Público de Ed. Media en la Escuela Superior de Enseñanza Artistica "Manuel Belgrano" . Es Integrante del espacio de discusión politico-cultural MAC (Muralismo Argentino Contemporáneo). Reside el la Ciudad de Buenos Aires.

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